viernes, 14 de agosto de 2009

Cuestión de orgullo

Si alguien me ofreciera una sustancia, píldora, brebaje, humo (lo que sea) que afectara mi forma de actuar y me permitiera hacer lo que no me sale en mi estado natural, lo mando a la mierda. Para mí, es un acto de cobardía sumergirse en una botella para ser "divertido". Porque tengo que tenerme muy poca estima para necesitar del alcohol con el objetivo de socializar. Tengo que ser muy débil para no intentar ser divertido sobriamente. Que pobreza tener que someterse a los influjos de la droga o el alcohol para disfrutar de un momento: El disfrute pasaría a convertirse en un objeto, y se encontraría por fuera de los sujetos. La diversión es el estimulante, y no vos. Que pobreza querer convertirse en un babuino bufón.
¿Qué veo? Veo una persona frustrada, incapaz de lograr grandes cosas en un estado natural, ya que necesita de un estimulante para ¿disfrutar? Una sustancia la puede ingerir cualquiera, y al parecer, no cualquiera puede disfrutar las cosas sobriamente. Soy como soy. Si tengo la capacidad para hacer algo, será por mi esfuerzo. Si para algo no soy bueno, lo haré como pueda, lo mejor posible. De esta forma, es el orgullo lo que me hace rechazar cualquier forma de atontar mi sistema nervioso central. O lo logro yo, o no lo logro, pero no permito que una sustancia haga el trabajo por mí.

jueves, 6 de agosto de 2009

En lo que la música devino

Mientras navegaba sin sentido por internet, y la música de Atilio Stampone sonaba úfana y prolija, me dieron ganas de escribir. La dulce melodía de algún tema de dicho autor (desconozco el nombre de la canción) encausó mi pensamiento hacia la música. Pensé: "Pucha, tan lindo tema, y es música meramente argentina. Pero ¿Cuántos conocen? ¿Cuántos escuchan algo de tango?". Pero el tango ya no está de moda. En su lugar, las disquerías están pobladas de bandas extranjeras, de ritmos con sabor al cemento de Wall Street. O de bandas nacionales, que tienen reminicencias del cemento de Wall Street. Es lo que vende. Lá música para apreciar, es vista con desdén. Aquella que no puede ser absorvida por inercia, para muchos es algo desconocido. La música se convirtió en ritmos incesantemente repetitivos, en ruidos estentóreos, en consignas hipócritas que atraen seguidores, en mercado, en estrellas histriónicas que cosechan adeptos con sus escándalos. La música se fue desmusicalizando de a poco...

jueves, 23 de julio de 2009

El rollo detrás de los rollos

Todo sucedió esta mañana. Entro en una habitación, cualquiera diría que común. Se oían palabras articuladas por ninguna boca, y la curiosidad me pudo. Me doy vuelta, y miro unos segundos la pantalla de la televisión. Para la desgracia de mi mente, tuve que absorver unos segundos de un programa de chimentos, (o algo por el estilo, en definitiva, era uno de esos programas en los que se habla de muchas cosas, pero al mismo tiempo de nada) y me asombró lo que vi, a tal punto que no pude dejar de escribir estas palabras. Un titular decía "Los rollos de Rocío Marengo". En honor a la verdad, no recuerdo si era esa la modelo, pero lo importante es que hablaban de los rollos de alguna que seguramente había salido en Showmatch (No se como pude escribir ese nombre, y no morir del asco en el acto). Me pregunté varias cosas, cuando pude abandonar la habitación y alejarme de la basura que vomitaba la TV. ¿Quién puede tener una vida tan fútil como para interesarse en los rollos de una mujer? ¿Que pasó con nosotros, como para que la televisión mane chorros de vanidad e idioteces a borbotones, y haya gente que la mire? Los rollos de Rocío Marengo no son todo el problema. Los problemas, el rollo detrás de los rollos, son muchos. Comprendí hoy porque estamos como estamos. Comprendí porque Argentina, a juzgar como están las cosas ahora, no saldrá adelante. Somos tan nimios, tan insignificantes, tan orgullosos, tan soberbios. Que una sociedad se deje embelesar por unos rollos, por un programa que repite, comenta y critica lo que hace otro programa, cuyo contenido es baladí, me hace pensar en el colapso intelectual, social y cultural. Pan y circo. Luego, nos quejamos.
Aún así, la porquería y el peligro que avisto en los rollos, va aún más allá, y fue lo que terminó de completar mi indignicación. Hablar de los rollos de una mujer, es denigrarla. Que sea tema de conversación por su panza, es una imbecilidad. Y queda en claro, que aunque solo se hablaba de los rollos de una mujer, esto puede extenderse a toda la feminidad: justamente, la televisión impone esetereotipos. A través de la denigración de una mujer, esta se extiende a todas.
Cuando el tema está de moda, a los medios les agarra el ataque de publicar notas sensibleras sobre los trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia. Incluso, no me sería en absoluto extraño que en alguno de esos mismos programas que hablan de "rollitos", sacaran al aire una nota sobre dichos trastornos: nunca, haciendo un mea culpa, teniendo en cuenta que ellos son los principales responsables.
Las enseñanzas que me dejó la TV hoy, luego de estar apenas unos segundos expuesto a ella, son las siguientes: estupidización, nimiedad, basura, denigración femenina, estereotipos insensatos. Bienvenidos al siglo XXI.

Para aquellos interesados en leer más sobre la relación entre los Medios Masivos y los trastornos alimenticios dejo un fragmento de una nota sobre el tema, publicado por la revista Muy interesante, del mes de Abril de este año.

"Las consecuencias psicológicas de esta transmisión social corren como un
reguero de pólvora. Anne Becker, del Departamento de Psiquiatría del Hospital
General de Massachusets, en EEU., pudo comprobarlo en un estudio realizado en
una remota región de las islas Fiji. A fines de los '90, los habitantes de ese
lugar empezaron a tener televisión; tres años después, el porcentaje de chicas
adolescentes que vomitaban para controlar su peso se multiplicó por cinco. La
mitad de las que pasaban muchas horas frente al aparato fueron más proclives a
describirse como obesas, y la tercera parte de las que tenían tele habían
empezado a hacer dieta."1



1- Fusaro Mariana y Muiño Luis. (2009, abril). Cuando comer duele. En Muy interesante, 18-23.

martes, 30 de junio de 2009

Mi asesinato

Me desperté, y tuve una incómoda sensación. Desde hace días sentía un inusitado malestar, una percepción extravagante, inexplicable, oscura. Me producía mucho escozor y no me permitía concentrar. Hoy, me di cuenta qué era lo que producía esa molestia. Estaba condenado a morir asesinado. Lo sabía perfectamente, cada fibra de mi ser lo entendió, ni bien abrí los ojos. Intenté engañarme, dicéndome que esto no podía ser así, que era irracional pensar de ese modo. Y sin embargo, no cabía duda de que me iban a matar. Los días que siguieron a este curioso hecho, fueron insoportables. A cada esquina, miraba por mi espalda, en cada sombra, estaba la figura del homicida. Y lejos de tranquilizarme, cada día que pasaba, sentía que inevitablemente me dirigía al encuentro con ese desconocido que acabaría con mi existencia. Cada día lloraba más que el anterior, me sentía más asustado, rezaba por mi rescate. Sólo iba de mal en peor, hacia un oscuro pozo de infinita y circular desesperación.
Me desperté, y tuve una gratificante sensación. Iba a morir, sin remedio. Sin embargo, había una posibilidad de salvarme. Sólo haría falta una persona. Sólo una. El amor de una mujer. Una bastaría para que yo no fuera asesinado. ¿Quién sería? Pasé horas, días, meses buscando a este ser. Creí encontrarla. En este rostro bonito. Pero no. En aquella interesante y simpática persona. Tampoco. En esa maravillosa, inteligente y honesta mujer. Tal vez sí. Y me até tanto a esta esperanza, que logré engañarme, aunque en el fondo – muy en el fondo– sabía que moriría. Resultó que no era ella. Yo la podría haber llegado amar, pero ella nunca a mí. Fue así, que tras recuperar brevemente mis esperanzas y algo de mi dicha, deseché los idealismos y puse, nuevamente, los pies en la sombría y esteril tierra. Al principio, fue algo desorientador: intenté, por todos los medios, negar lo que inevitablemente sucedería. Pero aunque como insensato ponía obstáculos a la realidad, no pude ocultar lo evidente. Unas misteriosas manos, esperan en penumbras para quitarme la vida.
Ninguna mujer apareció. Sólo encontré rostros hostiles, idénticos entre sí. Ninguna era mi mesías. El fulgor de esperanza había sido opacado nuevamente por el temor. Sumado ahora, a la desesperanza de la soledad.
Mi mente, vivía febril de alucinaciones y reflexiones. Pero al cabo de un breve tiempo, me di cuenta que sería inútil luchar contra el destino. Mis defensas fueron cediendo. La esperanza, (aún la más remota) se desvaneció como el polvo en las manos. Y acepté con resignación lo que me tocaba, en principio. Luego, la idea de mi asesinato, no parecía tan horrorosa. Finalmente, llegó a gustarme, y me di cuenta que hasta entonces mi vida era monótona, pueril y engañosa, y que después de la muerte, me enfrentaría a lo desconocido, lo nuevo, lo que hasta entonces había rechazado con férrea fortaleza, digna de comparación con la de los héroes griegos. Fue entonces, cuando comencé a tener ansiedad de que llegara el día.
A cada esquina, miraba por mi espalda, en cada sombra, estaba la figura del homicida. Pero aún no aparecía. Lástima. Lo esperaba con verdadero deseo. Soñaba su asesinato. Veía sus manos, que curiosamente me resultaban inexplicablemente conocidas, y desconocidas a la vez. ¿Vendrá? ¿Habrán sido fabulaciones mías?
Un día normal. Volví a casa, tarde. Abro la puerta. Y allí estaba. Sentado en las penumbras del living. Aún no había encendido las luces, por lo que no le pude distinguir. A pesar de eso, me di cuenta de que estaba desnudo.
Los seres humanos tendemos a concebir un mundo del estilo al que lo imaginó Parménides. Somos renuentes al cambio, a aquello que nos saque de la rutina. Yo había añorado este momento. Pero al estar de cara a la muerte, no pude menos que inquietarme. No supe que decir. Una mezcla de sentimientos incendiaban mi mente: temor, ansiedad, felicidad, tristeza, soledad... Él habló primero.
-Preferiría que, por el momento, no encendieras las luces.- Su voz era... no, me habrá parecido.
-De acuerdo.- Musité.
-Imagino que, conocés de sobra los motivos por los que estoy acá.- Me dijo con una calma extraña para la situación. Me sentí frustrado. ¡Todo este tiempo, había pensado en como iba a ser asesinado, pero nunca por qué!
-La verdad que no. Sólo sabía que me ibas a matar.- Respondí quedamente.
-Sí, es cierto, lo haré. Lo hubiera hecho antes, pero denodadamente te resistías a que lo hiciera. Buscaste salidas inverosímiles. Sos muy terco.
-Lo sé. ¿Quién no lo es ante su muerte?
-Sí, sí. Estás en lo cierto. Quizá a mi también me toque morir. Pero aún eso está lejos.- Me contestó pensativo. Un silencio ahogó la habitación. Estaba emocionado. Pronto, moriría. Se me ocurrió una pregunta.
-Si la hubiese encontrado...
-¿Para que pensar aquello que pudo ser pero que no es?
-Curiosidad humana. Nada más y nada menos.- Respondí de mal modo. No lo pude ver, pero supe que se sonrió.
-Inevitablemente te dirigías hacia acá. Quizá, hubieras evitado este asesinato. O tal vez, sólo la habrías aplazado.
-Ah... Tenías razón. De nada sirve pensar lo que pudo ser. Bueno, estuve esperando ansiosamente. ¿Qué te parece si procedés?
-Fantástico.
Con serenidad, fue hacia mi dormitorio. No se me cruzó ni por un segundo escapar. Volvió, vestido con mis ropas. Se acercó hacia mi, con la misma tranquilidad. Al principio no lo miré. Sus manos se cerraron alrededor de mi cuello. Curioso. Eran iguales a las mías. Alcé mi rostro. Pude distinguir el suyo. Y me di cuenta que era idéntico al mío. Excepto por una cosa: sus ojos. En ellos brillaba una luz diferente. Fue cuando comprendí: él había venido a reemplazarme. Nadie notaría mi muerte. O mejor, me di cuenta que yo no moriría en realidad. Renacería, en este ser que ahora me mataba.

martes, 23 de junio de 2009

Ska-p no escapa del capitalismo

Desde hace tiempo merece mi atención esta banda, llamada Ska-p. No porque me guste. Sino, por sus letras. Curioso. Son agresivas contra el sistema, anticapitalistas, critican la globalización y otras visicitudes propias de la economía actual, además de alentar el consumo de estupefacientes. Nada que cualquiera de sus seguidores no pueda saber. Si alguno de sus fieles oyentes cree que, por esos mismos temas, la banda es "revolucionaria" y está "en contra del sistema", me temo que lo tendré que decepcionar.

Industria cultural

Intentaré abordar un tema bastante complejo, de forma resumida y clara. Adorno y Horkheimer, ambos pertenecientes a la famosa Escuela de Frankfurt (por cierto, de línea marxista, es decir, anticapitalista), en sus investigaciones sobre las comunicaciones de masas desarrollan el concepto de industria cultural. Esta, se define como un conjunto de instituciones que se encargan de llevar a una gran cantidad de personas, objetos culturales devenidos en mercancías. Esto básicamente quiere decir, que el capitalismo absorvió incluso muchos rincones de la cultura, para convertirlos en un bien más. La industria de la música, está claro, no escapa a esto. No hay más que ver las discográficas como para darse cuenta. En palabras de Adorno y Horkheimer en Diálectica del Iluminismo:
"La técnica de la industria cultural ha llevado sólo a la estandarización y
producción en serie y ha sacrificado aquello por lo cual la lógica de la obra se
diferenciaba de la lógica del sistema social"


Con más agudeza, agregan:
"Los productos de la industria cultural pueden contar con ser consumidos
alegremente incluso en un estado de dispersión. Pero cada uno ellos es un modelo
de la gigantesca maquinaria económica"


La industria cultural es un pilar del capitalismo, una forma de dominio, de distracción, de volver a las personas acríticas, pasivas. Es, en definitiva, aquél grillete con el que nos encadena el sistema, con el que nos arrastra y nos convierte en su mascota, en un animal doméstico.

¿Y la rebeldía?

Como fue escuetamente explicado, la Industria Cultural es una herramienta del capitalismo. Y sólo hace falta ligar los conceptos anteriormente mencionados: ¿Acaso Ska-p no forma parte de la industria cultural? Sin duda que sí. Alguno podrá replicar que, esta banda, intenta atacar al sistema desde el sistema mismo. Semejante argumento, es muy pobre. ¿De que forma atacan al sistema? ¿Acaso por sus letras "rebeldes"? Todo lo contrario. Lo que proponen es totalmente hipócrita. Atacan al capitalismo, a la globalización. Sin embargo, si no fuera por estos dos últimos, no tendrían éxito. El capitalismo, les da de comer, después de todo, los discos que venden por miles de miles, se convierten en dinero, y mucho de este seguramente va a parar a sus bolsillos. Además, fortalecen el mismo sistema que pretenden atacar.
Siguiendo con el análisis de las letras, la supuesta rebeldía que propugnan se desvanece ante el menor análisis. Para Marx, era importante concientizar las clases obreras para que estas conocieran del dominio al que se hallaban sometidas. Sin embargo, Ska-p con sus líricas superficiales, que apelan al desenfreno y a consignas poco sustentables (tanto en la teoría como en la práctica, ambas de vital importancia también para Marx) promueven la pasividad de sus oyentes. Estos piensan que dichas premisas conforman la rebeldía, y no se dan cuenta de que a su vez, idolatran a una banda totalmente funcional al sistema que "critican". La verdadera rebeldía se halla en el pensamiento: nada que te enganche de la nariz y te dirija hacia donde quiere, puede ser rebeldía. Y menos, si te dirige al sistema, ocultándose bajo una forma revolucionaria. Dejo que una vez más los socorridos Adorno y Horkheimer hablen por mi:
"Para todos hay algo previsto, a fin de que ninguno pueda escapar; las
diferencias son acuñadas y propagadas artificialmente"

El capitalismo teje redes por todos lados. Eso sí, hay un lugar al que no puede llegar, si no se lo permitís. No dejés que te engañe con sus sutilezas. Que no se te meta en la cabeza, que no te controle, que no te haga pasivo. La rebeldía comienza en tus pensamientos, y no en ninguna banda o sus respectivas letras.

jueves, 18 de junio de 2009

Suerte

Últimamente llamó mucho mi atención lo que comúnmente denominamos suerte. No creo que exista en si misma, sino que por el contrario, como tantas otras cosas, sólo existe en virtud de que el hombre le a dado un nombre. Quiero decir, lo que llamamos suerte, no es sino una serie de azares. Nadie puede tener más o menos suerte que otro. El azar es caprichoso, no tiene amigos ni enemigos. Simplemente, actúa como lo que es. Y no es más que aquello susceptible a ocurrir de varias maneras, que se revela de una forma determinada, y donde la intervención humana queda limitada. Es, en definivita, lo imprevisible. Sólo habrá que arrojar un dado para comprobar esto. Seis posibilidades, un resultado. A su vez, si arrojáramos de nuevo ese dado, las probabilidades de que nos toque el mismo resultado, se reducirían mucho. Y sin embargo, puede suceder. Y eso es la suerte, no tiene nada de mágico, nada de misterioso. Sólo nos sorprendemos frente a ella, porque el hombre siempre se siente atraído por aquello que escapa de su poder. Y de ahí desarrollamos toda clase de ritos para atraer la "suerte". Suerte que, en si misma, no existe.

domingo, 12 de abril de 2009

El anónimo

Se despertó, eran las 6 de la mañana. Apaga el despertador, se levanta y se baña. Se seca, peina su cabellera castaña y lisa. Se pone un poco de perfume y se viste. Desayuna, se lava los dientes y sale. Afuera todavía está oscuro, y la brisa es fresca. Una tenue luz indicaba que el alba estaba llegando. Camina hasta la estación, espera al tren y se sube. A medida que va avanzando, se va llenando de personas, que el no mira ni ellas lo ven. Viaja con estos entes durante 40 minutos, y baja al final del recorrido. Toma un colectivo donde se cruza nuevamente con otros fantasmas, llega a su trabajo. Saluda con deferencia, pero todavía con más indiferencia. Trabaja, sin saber bien lo que hace. Atiende reclamos, lo insultan por algo que no hizo, recomienda sobre algo que nunca vio, intenta vender lo que no es suyo. A las 19:00 hs, sale. Saluda nuevamente con deferencia indiferente. Toma el mismo colectivo para volver a la estación. Se cruza con otros muchos entes. Toma el tren. Se queda a mitad de camino. Se retrasa durante media hora. Vuelve a andar. Llega a su ciudad a las 21:00 hs. Vuelve a casa. Todo es oscuridad, abre la puerta, el olor a soledad. Prende la luz, que revela el desorden. Se saca la ropa, se viste con el pijama. Come las sobras del domingo. Va a su cama, y encuentra a su única compañera: Una pantalla cúbica. La televisión. La enciende, y mira trivialidades. Está aburrido, piensa en llamar a alguna mujer para pasar la noche ocasionalmente. Y así lo hizo. Sin embargo, cuando ella se fue, se sintió vació como antes. Cuando estuvo con ella, aún estuvo solo.

Se despertó, eran las 6 de la mañana. Apaga el despertador, se levanta y se baña. Se seca, peina su cabellera castaña y lisa. Se pone un poco de perfume y se viste. Desayuna, se lava los dientes y sale. Afuera, está oscuro, y está lloviendo... Y lo mismo hasta el viernes. Llega a su casa, algo más temprano de lo habitual. Come algo rápidamente, y se baña. Luego se va a bailar. Llega a un lugar cerrado, ruidoso, plagado de luces intermitentes de todos los colores imaginables, destellos de arco iris. La atmósfera es densa y sofocante, el olor podría ser parecido al alquitrán (mezcla de alcohol, porro, cigarrillo y la máquina de humo). Intenta calmar su soledad hablando con alguien, pero nadie escucha allí. Luego, se da cuenta que es igual que viajar: nadie lo ve, y el no mira a nadie. Todo allí es artificial, y todas esas personas no son más que fantasmas. A pesar de estar rodeado de una multitud, está sólo. Logra escapar a un rincón donde la música no es tan ensordecedora. Habla con una chica que se llamaba Karina o Martina o Marina (no entendió bien, daba lo mismo). Luego se están besando. Luego, algo más. Comprendió nuevamente que estaba solo, y que estaba besándo a un fantasma, un vaho humano, un espejismo. Aún así, se acostó con ella. Al día siguiente, se levanta. Le duele mucho la cabeza, y siente que el estómago está en llamas. Toma un analgésico. Medita un rato, y recobra algunos recuerdos aislados de la noche anterior. Pensar le da jaqueca, así que sigue durmiendo. Y así pasa el sábado.

Se despertó, eran las 6 de la mañana. Apaga el despertador, se levanta y se baña. Se seca, peina su cabellera castaña y lisa. Se pone un poco de perfume y se viste. Desayuna, se lava los dientes y sale. Afuera, está oscuro, el frío es penetrante... Y lo mismo hasta el viernes. Llega a su casa, dentro del rango de horario que le es común. Come algo rápidamente, y se baña. Luego se va a bailar. Y lo mismo durante meses...

- ¿Quién es este chico?- Preguntó un curioso.
- No tengo idea.- Respondió otro curioso.
- Me dijo esa chica, que se llama Romina, o Camila o Yamila, da lo mismo, que estaba hablando con él. Ella no le escuchaba mucho lo que le decía: se quejaba de su vida, de su tristeza y de su soledad, cosas que aburren y a nadie le importa. Por eso Yamila, o Camila o Romina se alejó de él, y cuando apenas se había corridos unos pasos escuchó el disparo. Al darse vuelta, lo vio, justo como lo estamos viendo nosotros acá, con los cesos desparramados.- Dijo un tercer curioso, entre el círculo de curiosos que, como buitres sobre su presa se habían formado en círculo alrededor de aquél joven. Una sirena, destellos blancos y rojos. Llegaron los médicos, la gente se corre. Se llevan al muchacho.

jueves, 26 de marzo de 2009

El cambalache del siglo XXI

Cambalache fue escrito y compuesto por Enrique Santos Discépolo en 1934. Su letra denunciaba los escándalos de corrupción política y moral en las que se hallaba sometido el país durante la "Década infame". Sin embargo, a 75 años de que ese tango se concibiera, sus postulados parecen más que vigentes, lo que nos hace replantear si alguna vez la década infame concluyó. Dejo aquí ese tango, baluarte de lo que padecemos los argentinos desde hace mucho tiempo...

Cambalache

Que el mundo fue y será una porquería,
ya lo sé...
¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
varones y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldad insolente
ya no hay quién lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseaos...
¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...

¡Ignorante, sabio, chorro,
generoso o estafador!...
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón...
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor!

¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignon",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
contra un calefón.

¡Siglo veinte cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.

¡Dale nomás! ¡dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
No pienses más,
sentate a un lao.
Que a nadie importa
si naciste honrao.
Es lo mismo el que labura
noche y día, como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley.

jueves, 12 de marzo de 2009

Pongo el grito en el cielo

Pongo el grito en el cielo
porque el mundo es siniestro
porque con su estereotipos
plásticos y destructivos
dañan a niñas.
Convierten mentes inocentes
en esclavas autodestructivas.

Me lleno de furia
al ver como la vanidad imponen
como engañan a miles
haciendo creer que la belleza
es más importante que las virtudes.
La televisión irradia banalidades,
sus programas son terroristas
que enferman a las pequeñitas
mostrando una perfección utópica
que lleva hacia una desenfrenada e ilógica
carrera hacia un cuerpo irreal.
Ellos son genocidas,
que trabajan con total impunidad,
ganan millones por su trabajo,
y reciben las primeras tapas en los diarios.

La moda, fría asesina
susurra al oído de las chiquillas
les insufla pesadillas
dicéndoles que son feas
y que nadie las va a querer.
¡Vil y cruel mentira!
El amor no es por lo que se mira
y perdura por toda la vida.
¿Pero cómo competir
contra la voz de las revistas,
de la televisión,
de las publicidades?
Frente a tanta explosión de palabras e imágenes
lo insensato se vuelve creíble.
Y la moda se sonríe,
con sus delgadas y pálidas manos
a ellas las tiene en vilo.

Hoy una niña tiene el rostro sobre su almohada,
sus lágrimas inundaron las sábanas.
Ella no sabe como salir, ni sabe como entró.
Sólo sabe que está prisionera.
Atada.
Ve sus fuerzas menguar.
Ve su alma flaquear.
Se ve horrible.
Está perdida.
Nadie la sabe ayudar.
La moda le murmura: "Es el único camino"
Ella se engaña, y dice que así es.
Le cruje el estómago.
Pero no acepta comer.
Piensa que le va a hacer mal.
Que lo sano la va a empeorar.
Se siente sola.
Lo está.
Es entonces cuando se pregunta:
"¿Cómo llegué hasta acá?"
Pero no tiene la respuesta.
Y llora.
Ya no quiere vivir.


Esto puede ser ficción,
pero no quiere decir que sea irreal.
¿Querés saber por qué ella está ahí?
No es nada más culpa de la televisión.
Por gente como vos y como yo.
Porque los estereotipos aceptamos
y cuando los muestran
no los cuestionamos.
Porque a veces, nuestros tontos comentarios
dañan sensibilidades invisibles.
Porque muchas veces elegimos con los ojos
pero para ver lo que vale somos ciegos.
Es tu culpa.
Es la mía.
¿Vamos a seguir siendo partícipes de un flagelo tan grande?

lunes, 23 de febrero de 2009

El piloto

Desde su cabina, Carlos Morello observaba la vasta y celeste llanura, salpicada de vez en cuando por una pequeña mota blanca. En el oeste, hundiéndose entre las montañas, el disco anaranjado de fuego, descendiendo hacia su muerte, para luego resurgir como el Fénix, al día siguiente. El avión continuaba rasgando el aire, de vez en cuando traspasando una solitaria nube. Carlos amaba volar. Como cualquier joven de dieciocho años, preferiría estar preparándose para ir a un boliche, o estar reunido con un grupo de amigos para jugar a la pc o alguna otra consola, vistiéndose con ropas a la moda, conociendo gente. Así era su vida, hasta hacía poco tiempo. Pero la guerra lo había obligado a convertirse en un soldado. En un principio, cuando lo reclutaron, estaba aterrado. Salir de la seguridad de su casa, escapar del seguro encierro, dejar de lado la tecnología para el ocio… Él hubiera preferido seguir con su niñez adolescente unos cuantos años más. Sin embargo, se enamoró de los aviones. No le costó mucho aprender a volar, puesto que estaba acostumbrado a los controles de videojuegos. Y volar… era como escapar de los males de la Tierra, estar fuera de ellos. Sentir un cosquilleo que recorría cada nervio del cuerpo, reconfortando, relajando. El suave siseo que producía la aeronave, era una música relajante, una obra maestra interpretada por el viento, un oboe, una flauta, un clarinete. Había descubierto, junto con el placer de volar, algo que nunca había experimentado en su vida: la reflexión. Acostumbrado al ritmo vertiginoso de la ciudad, del auto a toda marcha, de los horarios ajustados, de pocas horas de sueño, de bailes, fiestas, borracheras, orgías, drogas, videojuegos, mujeres, irresponsabilidad, peleas, televisión, películas y publicidades que martillaban en su cabeza aquello que debía hacer un joven, nunca había reflexionado. Nunca se había preguntado el por qué. ¿Por qué se emborrachaba? No importaba, después de todo, sus amigos lo hacían, cualquier joven normal lo hacía, era divertido, se desinhibía. ¿Por qué tener sexo con cualquier mujer que se cruzara en su camino? Ni pensarlo, era placentero, golosamente gozoso, ¿Quién sería tan estúpido de refrenar un deseo tan natural? ¿Amor? Habría tiempo para eso, quizá, más tarde. La guerra (y el hecho de que él estuviera implicado en ella) había hecho que Carlos madurara repentinamente, como no lo había hecho en dieciocho años. Al ver como él y sus compañeros se preparaban para destruir a otros hombres, otros seres como él, fue cuando su cabeza lanzó, tal como si fuera una blasfemia, su primer por qué. Se sintió algo avergonzado al preguntarse eso.

-Defendemos la Dignidad Nacional, la Paz Mundial, la Supervivencia de la Raza Humana.- Se había dicho, contra argumentando a su parte rebelde.

-¿Defender la Dignidad, mandando a jóvenes a la guerra? ¿Cuidar de la Paz, haciendo Guerra? ¿Asegurar la Supervivencia de la humanidad, matando hombres?- Replicó una parte osada dentro suyo. Carlos se había sentido asustado de tal pensamiento, e intentó callarlo.

- Es lo que dicen los que saben. Soy un joven, ¿Qué puedo saber? ¿Y qué me importan a mí esas cosas? No soy político… - Sin embargo, sentía que esas cosas le importaban cada vez más. El viejo dogma se estaba derrumbando.

-¿Y qué te hace pensar que ellos tiene razón? Si fueran tan sagaces, no estaríamos en Guerra, ¿No?

-¡Basta!- Había gritado. Pensó en consultar al psiquiatra. Era la primera vez que escuchaba esa voz insidiosa. Su primer pensamiento genuino, propio. Dolía, se sentía asustado, enfermo, su cerebro, pensaba él, era como un hervidero de gérmenes malignos que podrían contaminarlo, infectarlo y convertirlo en uno de esos locos que eran diferentes, que leían libros y que vivían una vida austera. Por un tiempo pudo callar a su parte renegada, pero siempre que volaba no lograba refrenarse. El silencio, la soledad, la vastedad del cielo que se extendía como un manto majestuoso sobre su cabeza, tan cercano y a la vez tan inalcanzable, despertaba con toda intensidad esa insoportable voz. Y eso mismo había sucedido esta vez. Él se había puesto a reflexionar. No quiso que fuera así, pero fue más fuerte que él.

-Y me hallo aquí, solo. Aunque siempre estuve solo.- Declaró con osadía la voz.

- ¡Claro que no!- Replicó Carlos.- Tuve muchos amigos, y de los buenos.

- ¡Jajajaja!- Rió la voz con una carcajada muy diferente a la de Carlos- Esos no eran amigos.

- Claro que lo eran.

- Ojos que no ven… ¿Sos así de estúpido? ¿O sólo fingís para no ver la realidad?- Incurrió irrespetuosamente.

- ¡Basta!- Chilló tapándose los oídos. Se sacó su casco de piloto.

- Vamos, sólo estaban con vos porque tenías algo que ofrecer. Una buena consola de videojuegos, y tenías un grupo de “amigos” asegurado en tu casa. Pero ¿Qué hay de los momentos en que estabas mal? ¿Alguno de ellos se acercó a vos?

- No…- Musitó quedamente Carlos.

- Por supuesto que no. Es aburrido escuchar a Carlos quejarse de su vida, soportarlo derramando lágrimas, aconsejarlo para que intente salir de su depresión. Para ellos era mejor visitarlo cuando se sobrepusiera, o al menos cuando fingiera estar bien, de modo que pudieran jugar con sus consolas nuevas. ¡Imbécil! Te dejaste usar, para sentir que tenías amigos, que había gente que te quería…- Declaró la voz con insolencia. Unas frías lágrimas se deslizaron por las mejillas del piloto. Este se quedó observando en silencio el cielo, cada vez más rojizo. Algo nuevo que había aprendido desde que fuera reclutado: a admirar la naturaleza. Nunca antes había escrutado el cielo, y de repente halló en él una belleza tan enorme y sobrecogedora que superaba cualquier espectáculo que ofreciera la televisión. Sin embargo, nunca antes había reparado en esa inmensidad celeste. Había olvidado completamente que estaba en la cabina, que piloteaba un avión, que se hallaba a miles de metros de altura. La charla consigo mismo lo abstraía por completo a un mundo nuevo, que nunca antes había experimentado. Desesperadamente buscaba algo con que darle en las narices a esa voz molesta, hasta que dio con lo que buscaba.

- Puede ser que no haya tenido amigos… Pero después de todo, ¿Quién los necesita? Sin embargo, tuve mujeres, y eso no me lo puede negar nadie. Soy una persona atractiva y con carisma, y muchas hermosas jovencitas se rindieron ante mis encantos.

- ¿Estás seguro?- Preguntó con sorna el pensamiento.

-Sabés tan bien como yo, que es así.

- Sí, así es.

- ¿Ves? No tenés nada para decir, ¿No?

- Tuviste mujeres, es cierto… En teoría, tuviste mujeres.- Respondió con una calma irónica

- ¿En teoría?

- Como oíste. Lo único que hiciste fue atraer mujeres, besarlas, acariciarlas, tener sexo con ellas, usarlas… y ellas hicieron otro tanto con vos.

- Y bien, tuve mujeres entonces. Eso es tener mujeres, precisamente.

- No lo es, amigo. Las usaste como un objeto, como un medio de satisfacerte, y ellas a vos.

- Qué más da… Fueron mías.- Respondió Carlos con sequedad.

- No. ¿Acaso pensás que les importabas un comino? ¿Qué fuiste el primero que las tocó? Eran tan tuyas como del muchacho con el que habían estado la noche anterior. Eran baños públicos, como vos. Uno entra para hacer sus necesidades, y una vez hechas, se va sin más.

- Aunque sea por esa noche fueron mías…- Replicó Carlos comenzando a fastidiarse.

- Nunca tuviste una mujer, estoy seguro. Nunca amaste, ni nunca una mujer te amó. Lo máximo que llegaste a hacer fue satisfacer tus deseos carnales, y con alguien que apenas conocías. Fuiste superficial y desenfrenado. Nunca te sentaste a buscar una mujer de verdad, siempre te acercaste a ellas por un interés físico… y a las que no cumplían con tus estándares, las desechabas.

- Y bien, fui feliz así. – Nuevamente, el pensamiento soltó esas carcajadas tan irritantes–

- De mucho no te sirvió, ¿No? Estás acá, sólo. Quizá nunca vuelvas de la Guerra, y lo único que queda en tu recuerdo es un puñado de muchachas con las que tuviste relaciones (pues sos virgen aún, en el campo de hacer el amor). Sin embargo, si morís, ¿Acaso alguna de ellas va a llorar? ¿Va a llorar alguien por vos? – Este nuevo pensamiento arrastró a Carlos hacia una nueva oleada de lágrimas. ¿Quién podía llorar por alguien como él, por una vaga, fantasmática presencia, que era una réplica de muchos otros? Nunca había dado amor. Nunca lo había recibido. Nunca había sido solidario. Nunca había tenido principios. Nunca hecho algo bello. Nunca había hecho algo propiamente humano.
Un lejano bip sonó, en alguna parte, lejos, a la vez cerca. Carlos no prestó atención, su cabeza buscaba desesperadamente un argumento.

- Tuve muchas cosas materiales- Dijo al fin.

- Vamos, intentá con algo mejor. ¿Acaso pudo el dinero comprar felicidad en los momentos de soledad? ¿Acaso obtuviste algún beneficio?- ¡Bip! El cerebro de Carlos carburaba como nunca lo había hecho antes. Estaba empapado en un sudor frío, y tenía la cabeza afiebrada.

- Me emborraché muchas veces y me drogué- ¡Bip!

- Ni me esforzaré en rebatir esos argumentos…- ¡Bip!

- Tuve muchos placeres…- Replicó casi sin aire. ¡Bip!

- Placeres físicos, pero ninguno espiritual.- Refutó la voz. ¡Bip!

- ¡Pará por favor!- ¡Bip!

- Nunca.- ¡Bip!- Diste- ¡Bip!- Un- ¡Bip!- Alto- ¡Bip!- A todo- ¡Bip!- Esto.- ¡Bip!- Replicó el pensamiento, impertérrito. Carlos se golpeó la cabeza, pero no logró nada. Con sus manos se apretó los ojos con fuerza. Nuevamente todo fue silencio, excepto por el lejano chillido, cada vez más repetitivo. La sinfonía del viento parecía estar aminorando. Carlos volvió a estar en la cabina de su avión de combate. Un led rojo titilaba incansablemente sobre un cartel que decía “Combustible”. La velocidad iba en descenso.

- Viví la vida…- Intentó defenderse cansinamente de la voz.

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!

- ¿Viviste? Te dejaste arrastrar.

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!

- Disfruté…

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!

- Pasaste al vicio…

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!

- Hice lo que todo joven haría…- Nuevas alarmas comenzaron a sonar, como un enjambre de abejas furiosas.

¡Bip! ¡Trin! ¡Tuut! ¡Tzzz! ¡Duuu!

- Fuiste una marioneta…

¡Bip! ¡Trin! ¡Tuut! ¡Tzzz! ¡Duuu! El avión se hallaba a 90°, en descenso. Carlos disfrutaba del paisaje: el sol, invisible detrás de Los Andes. Como única evidencia de que se hallaba allí, un fulgor anaranjado, que teñía al cielo cada vez más oscuro.

-Al final…

¡Bip! ¡Trin! ¡Tuut! ¡Tzzz! ¡Duuu!

- Lo único que pude pilotear…

¡Bip! ¡Trin! ¡Tuut! ¡Tzzz! ¡Duuu!

- Fue un avión…

¡Bip! ¡Trin! ¡Tuut! ¡Tzzz! ¡Duuu!

¡Pum!

sábado, 14 de febrero de 2009

La superación personal y la degradación colectiva: El "progreso" de la humanidad

Es natural ver hoy día como algo común la búsqueda de la constante superación de uno mismo. Y es cierto que en buena medida, implica un persistente aumento de profesionales, y a su vez, de profesionales de profesionales. Ya no es suficiente el título secundario, y el título universitario parece estar quedando corto. La superación, por consiguiente, se tarda muchos años en conseguir, y una vez obtenida, no es suficiente, puesto que uno debe constantemente competir por el trabajo y mantenerse al día. Ahora bien, en este punto, es donde radica el problema. Mientras buscamos nuestro crecimiento a nivel personal, nos olvidamos de lo que está fuera. En el afán de la evolución individual, cancelamos por completo a los otros. Y de esta forma, nos preocupamos solo por nosotros, reduciendo nuestro universo a lo básico y esencial: Uno mismo. Esto sin duda debilita los lazos colectivos, deteriorando la solidaridad y la ayuda mutua, que deberían ser pilares en toda sociedad. En la individualidad, no somos nada. ¿De qué sirve tan sólo una persona que done 200 pesos al mes a un organismo de caridad? Es más útil que, aunque donen un peso cada una, lo hagan 1 millón. ¿Qúé logrará una persona manifestándose? No mucho. Pero un millón pueden mover la opinión pública, dar a conocer sus ideas.
Si hay un mundo que necesita de la fortaleza de los lazos sociales, de la búsqueda del "bien común", es el de hoy. No pienso que la superación individual sea algo negativo: sólo que a veces nos hace demasiado insensibles y egoístas, y nos encierra en un mundo tan pequeño como nosotros mismos.


lunes, 26 de enero de 2009

Confesiones de un joven del siglo XXI


Hoy está de moda no pensar
Y de dejar que una máquina
Lo haga todo por mí,
Que la televisión sea mi mentora.
Que Internet sea mi profesora.
De esta forma, no me tengo que preocupar.

Hoy está de moda no actuar
Ver sin observar
Escuchar sin oír.
Cada cual tiene sus problemas,
Yo tengo los míos.
No voy a arriesgar mi pellejo
Por aquél que dicen es mi prójimo.
¿Quién es más importante que yo?
Si no obtengo beneficio alguno
No me moveré por ninguno.

Hoy está de moda disfrutar
Vivir como si no hubiera mañana
Buscar placeres prohibidos
¿Para que vivir cohibido?
El amor duradero no existe
Y se que no voy a arrepentirme
Si con cualquier mujer me acuesto.
¡Qué el alcohol y las drogas agudicen mis sentidos!
De esta forma, seré más divertido.

Hoy está de moda lastimar,
Herir a otros sin razón,
Juzgarlos diferentes,
Despreciarlos
Y por qué no, humillarlos.
No me pregunten los motivos.
Simplemente es entretenido.
Y como lo hacen mis amigos
Yo no me puedo negar.

Hoy está de moda ser superficial,
Y a las banalidades idolatrar.
Es bueno poder ser famoso
Sin haber hecho nada distinguido,
Y eso es a lo que aspiro.
El esfuerzo para conseguir reconocimiento
Es algo sin fundamento.
Es preciso que llene mi ego
Con las falsas adulaciones de desconocidos
Con palabras vacías e impersonales
Escritas en páginas virtuales.

Yo no quiero cambiar
Que nadie me diga que es lo que está bien.
A las reglas voy a quebrar
Y ninguno va a pararme.

Cielo nuevo, Tierra nueva

Tenemos la enorme tarea de construir. Y no construir cualquier cosa, una casa, un puente, un edificio. No. Algo mucho más difícil. Debemos construir el mundo. Menudo trabajo llevamos en nuestras espaldas. En realidad, podría decirse que el mundo está construido desde hace siglos, sería más correcto decir que debemos “reconstruir”. Esto hace más difícil nuestra labor. Los cimientos están bien fundados en la inmoralidad, las vigas son de egoísmo, y los ladrillos de desenfreno. El techo, de corrupción. Por fuera, el revoque es de diversión, y la pintura intenta mostrarse correcta: la fachada perfecta, para no ver lo que hay por dentro. Evidentemente, quiénes intentamos mejorar el mundo, reconstruirlo, somos una minoría. Y pienso que, por tanto, nuestro esfuerzo por lograrlo debe ser aún más grande. Muchas veces me veo a mi mismo, perdiendo el tiempo en cosas que no construyen, cuando en realidad podría estar haciendo algo útil. No tengo nada contra el ocio, pero cuando este se torna excesivo, corremos el riesgo de desperdiciar el poco tiempo que tenemos en la Tierra. Y cuanto más dejemos que nuestro cerebrito esté “ausente”, y abusemos de la desocupación intelectual, más difícil será reconstruir el mundo, menos capacitados estaremos. Sin embargo, tampoco es cuestión sólo de capacidad intelectual. Hay muchos que, siendo inteligentes, son tan funcionales como el resto en cuanto a exigencias del sistema, siguen siendo amorales. Pero otros, en su sencillez, valoran la vida como corresponde, y eligen el camino de la moralidad. Estos también, tienen una tarea importante en la reconstrucción del mundo: su sencillez y humildad pueden demostrar cosas que quizá los “intelectuales” no logren. Además, cuentan con menos vicios que aquellos que suelen pensar demasiado. En definitiva, reconstruir el mundo es tarea de todos los días, puede ser en pequeños actos, o a gran escala. Pero es trabajo diario. Quien elige ser un disidente, lo es cada día. Tenemos nuestras fallas, nuestros errores y deslices (me temo que somos humanos, imbéciles por naturaleza) pero luchemos, luchemos contra la gran mayoría que nos presiona, contras los bombardeos constantes de los medios, contra los políticos que destilan palabras dulces colmadas de veneno y contra aquellos falsos profetas que predican que los valores son algo arcaico, que predican el libertinaje, una forma distorsionada y corrompida de la libertad. Jóvenes, compañeros, amigos, deseo que este 2009 sea próspero para todos ustedes. Pero la prosperidad no viene sola, sino que es producto del esfuerzo. Esforcémonos, entonces, por nuestros ideales, que en este siglo XXI es lo que más falta: Hay diversidad de tribus urbanas, hay diversidad de partidos, de religiones, de profesiones, de asociaciones, pero tras la mayoría de estos no existen ideales. Les deseo un muy feliz año nuevo, y ojalá podamos algún día construir ese Cielo nuevo, esa Tierra nueva que tanta falta hacen.

Engranajes


Llegada la noche, La máquina de la Diversión se ha puesto en marcha. Los engranajes comienzan a moverse, sin siquiera pensarlo. El operario agrega un brebaje cuasi mágico, alcohol, y las piezas se desinhiben, moviéndose a mayor velocidad, rozándose unas a otras. Así empieza… luego, algunas, extasiadas por la pócima, se sacuden violentamente: se salen de su cauce, y se golpean mutuamente. No hay problema: después de todo quedan muchas piezas mecánicas aún. Y las que subsisten, siguen cumpliendo su propósito, girando y girando, divirtiéndose a cualquier costo. A la mitad de la noche, algunos –la mayoría, por cierto – de los engranajes comienzan a acercarse, a moverse acompasadamente, sensualmente, acariciándose. Se ponen en contacto, sacan chispas con sus roces, pero sin embargo, no se entienden, no se conocen: después de todo, son sólo piezas frías de metal. Ya rayando el alba, casi todos los engranajes están oxidados, mellados, quebrados (o, quizá incluso, rotos definitivamente en el frenesí de la diversión). Terminó su turno de trabajo, y están algo desorientados. Se preguntan qué pasó, dónde están, qué hora es, que hicieron… Pero lo que nunca se preguntarán es por qué hacen exactamente lo que el operario, a través de la Máquina, les indica… A la noche siguiente, todo vuelve a comenzar.

Libertad que encadena

De todas las formas de esclavitud, aquella que es imperceptible es la peor y más eficaz. Pensamos que vivimos en un mundo libre, pero me temo que cada vez nos esclavizamos más. En primera instancia, somos esclavos de Los Medios Masivos de Comunicación y sus mensajes. Estos nos hacen creer que la libertad es igual al libertinaje, nos dicen que nos emborrachemos, que tengamos sexo adrede, que nos interesemos en nosotros mismos, que vivamos la vida “como si no hubiera mañana”. Frenesí, desinterés, individualismo son valores capitales. Si estás condiciones no se cumplen en una persona, es considerada “aburrida” o que “no tiene vida”. Jóvenes, reflexionemos un segundo. ¿Acaso hay libertad en hacer exactamente lo que nos dicta el sistema, lo que nos dictan los Medios que son manejados por los poderosos? Generalmente se dice de los adolescentes que son rebeldes. Yo, sin embargo creo que todo lo contrario. Si se cumplen al pie de la letra las órdenes del sistema como parte de la “rebeldía”, entonces se es la persona más funcional y menos revolucionaria. Simplemente, más de lo mismo.

Los mareados


Un trago… dos tragos… diez tragos… El descontrol por las bebidas es algo muy actual entre la mayoría de los jóvenes. Embriagarse es una salida fácil, para algunos, de la cruda realidad en la que se hallan envueltos. Otros, en cambio, lo hacen por “diversión” (si es que así se le puede llamar). Los medios muestran que emborracharse es parte de la vida, es algo bueno y se relaciona con la amistad, el éxito con las mujeres y la felicidad. Puede ser que una persona bajo los efectos del alcohol tenga esta y otras sensaciones, pero son ilusorias y efímeras. Jóvenes, no nos dejemos engañar por aquellos que nos ofrecen la borrachera como una salida, sino que enfrentemos la realidad y salgamos a flote. No pensemos que borrachos somos más divertidos, por el contrario no controlamos nuestros actos, llegando muchas veces al patetismo. Mi consejo es que nos embriaguemos de aquellas cosas buenas, por las que vale la pena vivir, que son constructivas, imperecederas y que no dañan a los demás, ni nos dañan.

Era Glacial: Sentimientos bajo cero

El amor (en todas sus formas de expresión) se relaciona siempre con la calidez, con el fuego: se debe sin duda al carácter de este sentimiento. Pero hoy corremos el riesgo de que esta emoción se enfríe hasta límites insospechados. Los jóvenes nos hallamos sumergidos en un océano de mensajes en los que imperan la inmediatez, que realzan el materialismo, el individualismo y la vanidad.Esto hace que la egolatría se esparza por todo el mundo. Podemos ver esto en la mayoría de los fotologs, donde las personas son solo YO, de que su mundo es el YO, y de que nada tiene más valor que YO. El único amor que muestran es el que se tienen hacia sí mismas, cosechando un EGO del tamaño del Everest. Cuando aparecen otros individuos en escena, sigue siendo por puro ego: Detrás de un “YO con mis amigos”, el mensaje es, “soy una persona popular”. ¿Dónde queda el verdadero amor, entregado, sincero, puro, que no pasa facturas ni demanda? Se está perdiendo. El amor hacia aquellos que nos rodean se desvanece. Poco falta para que la ciudad se convierta en una jungla, donde sobrevive sólo el más fuerte. Pero así, nos destruiremos unos a otros, y a nada llegaremos. Lo único que puede salvarnos de esta Era de Hielo es el fuego del amor. Avivémoslo, que quizá podamos derretir ese hielo social en el que nos encontramos envueltos.

Era Glacial: El espectáculo de la muerte

De todos los dones con los que el hombre está dotado, los sentimientos son uno de los más maravillosos. Nos diferencia de los animales, nos hace humanos, nos motivan, se podría decir que mueven el mundo. Haciendo una analogía con el fenómeno climático, pienso que nos hallamos en el comienzo de una Era Glacial. Cada vez, los jóvenes nos volvemos más fríos, trozos de hielo impasivos, descorazonados y egoístas. ¿Muerte, guerra, desnutrición, asesinatos prematuros…? Nada de esto nos escandaliza, ni nos conmueve. Por el contrario, a muchos ver un cuerpo mutilado o un accidente les parece divertido: No hace falta nada más que observar como un grupo de personas (que se juntan como aves de rapiña) se paran en círculo a disfrutar del espectáculo que representa un choque de autos. Claro está, prestar ayuda no se incluye en el programa que ofrece el “show”. Yo me pregunto, que puede llevar a una persona actuar así. Lo cierto es que los Medios Masivos de Comunicación nos tienen tan acostumbrados a estas imágenes, que nos volvimos insensibles, con un corazón frío y duro como el hielo. Ya no importa el prójimo: si puedo pasarlo por encima, si puedo estafarlo, si puedo sacarle algún provecho, si lo veo reventarse, mejor. Lo único importante soy yo. La frialdad hace que nos preocupemos sólo por nosotros mismos, nos aísla, nos reduce a lo más insignificante del hombre: nuestra mera existencia. Porque seamos realistas, qué sentido tendría vivir en este mundo, si fuéramos los únicos. Vivimos sumergidos en un mar de “otros”, otros que aman, viven, sienten como nosotros. Son como nosotros. ¿Vamos a basar nuestra vida, en el YO? El mundo estaría mucho mejor si de vez en cuando miráramos por la ventana, y viéramos como está el otro, si podemos tenderle una mano, si en lugar de ofenderlo, lo ayudamos. Cada uno de nosotros, podemos aportar un granito de arena, en un mar de infelicidad…

sábado, 24 de enero de 2009

Pertenencer... ¿Tiene sus privilegios?


Es increíble que, así como las huellas digitales son únicas en cada persona, también lo es la forma de ser. De entre aproximadamente seis mil millones de habitantes que hay en este planeta, es imposible encontrar a dos que piensen, sientan y se comporten de la misma manera. Es decir, que ciertamente somos únicos. Sin embargo, en esta era denominada de la “comunicación” e “información”, (En la que, paradójicamente, existe una enorme incomunicación entre humanos y desinformación social), los Medios Masivos imponen modas. Estos medios tienen una fuerza tan poderosa, que arrastran consigo a muchos jóvenes, que imitan un “estilo de vida”, perdiendo por ello toda originalidad. La forma de vestir, de mirar el mundo se resume a algo que es tomado sin comprender el por que. Y esto implica que no se adopta, tan sólo se copia una tendencia. En la adopción de algo como propio, es indispensable el proceso de resignificación, es decir, reconfigurar y procesar con el intelecto lo que se pretende incorporar a uno. Pero lo cierto es que esto se excluye totalmente, porque hoy pensar es visto como un trabajo para ilusos y traga libros. En definitiva, quienes saltean la resignificación, se convierten en seguidores ciegos del sistema, siendo similares a los robots a los que los programan para cumplir con una tarea. Ser una réplica hace que se pierda toda la esencia del yo. Así que, porque somos únicos, valorémonos y utilicemos la cabeza (que no es pecado meditar), aunque sea difícil luchar contra el facilismo imperante.

Pensando en pensar

La capacidad de pensamiento, de razonar, es algo exclusivo entre los seres vivos, que nos identifica como humanos. Enormes logros hizo el hombre gracias a esta habilidad para pensar. Diversos factores han ayudado al pensamiento: la curiosidad (que la considero una esencia del hombre, sobre la cual se basa la ciencia), que nos ha llevado a cuestionarnos los cómo y los porqué de cada acontecimiento, surgimiento de un objeto, etc.; el sentimiento de auto superación, que ha llevado a las personas a querer llegar más allá de los limites marcados hasta ese momento. Sin embargo, en estos tiempos, se puede llegar a suponer que los medios masivos (y manipuladores) de la comunicación, aquellos que ejercen el poder, aquellos que de una manera u otra nos imponen una ideología, y hasta nosotros mismos, emisores, receptores y consumidores de todo lo que nos proveen, estamos en una campaña (inconscientes; en algunos casos muy conscientemente) cuya finalidad es terminar con nuestra capacidad de pensar y razonar.Todos estos medios, por los que nos vemos rodeados, parecen “facilitarnos” y evitarnos el proceso de pensamiento. ¿Por qué la televisión abierta no promueve más que programas de entretenimiento, chimentos, magazines, etc.?¿Por qué no dedican un espacio a programas de tinte cultural o que nos hagan reflexionar, aprender, y formarnos como tales? Más precisamente¿por qué un noticiero dedica un gran porcentaje de su tiempo a mostrar tragedia tras tragedia?¿por qué dedica tan poco tiempo a programas de debate político y/o económico(que de hecho son liderados por los que están a cargo del poder, y no por los mismo habitantes de la nación, quienes somos los principales afectados)? Porque de esta manera no hay diversidad de ideas, posturas, y nos “ahorran el gasto” de pensar e indagar un poco. Hasta las empresas de ropa tienen como slogan frases que promueven no hacer nada. La televisión de hoy en día no nos brinda más que risas, desnudos, escándalos personales hechos públicos.Es sumamente necesario para nosotros, en el rol que ocupemos dentro de una sociedad, que no nos privemos ni dejemos que nos saquen la libertad para utilizar la herramienta que nos diferencia del resto de los seres: el razonamiento. De lo contrario somos un blanco fácil de maniobrar y llenarnos de cuantas artimañas sean necesarias para alejarnos de lo que nos debería interesar.

Ezequiel Albornoz

jueves, 22 de enero de 2009

La industria de lo vano


El predominio y deseo de las cosas materiales no es algo del siglo XXI, es un factor que llama al hombre (y llegó a formar parte de él) desde los orígenes de éste. Nos vemos rodeados por infinidad de elementos creados (funcionales o no) para satisfacer nuestras necesidades. Hoy en día cualquiera puede acceder a cualquier cosa sólo con unos pocos requisitos; y la competencia por estar un paso más adelante es cada vez más notoria. Somos afectados por movimientos que se basan de las reglas de la creencia oficial (social) para imponernos ese deseo por obtener lo que ven nuestros ojos y que (para la sociedad actual) va a determinar nuestro poder, nuestra manera de pensar, nuestra forma de vida…Este factor material, para muchas personas es indispensable, y lo consideran un medio de identificación, cayendo en la vana idea de priorizar lo pagable por encima de lo que realmente nos conforma como personas: los valores, nuestra propia cosmovisión (que por cierto no se paga ni se difunde o promueve como si se hace con un celular o unas zapatillas, etc.) y no un fotolog “gold” donde muestran sus “cualidades” 24 horas al día, donde no se puede apreciar nada más que su necesidad por lo material, lo atractivo a la vista, lo físico. Si lo llevamos a una situación actual, se puede observar cuando un grupo de “floggers” les dan el titulo de “negro” a alguien por usar pantalón de gimnasia, por tener un celular con pantalla azul o simplemente por no ser como ellos.El factor material obviamente está ligado al hombre y es indispensable, pero no debe ubicarse en un escalón más alto, ni usarlo como ostentación, ya que no se muestra más que lo falible de la mente atraída por las sutiles estrategias de los que lideran el negocio de lo material.

Ezequiel Albornoz.

miércoles, 21 de enero de 2009

La tiranía de la "belleza"




Los medios masivos de comunicación, los dueños de las grandes empresas que se manejan con la estética, y las presiones sociales hacen una combinación perfecta para crear estereotipos de belleza, que “deben” ser cumplidos rigurosamente. Quiénes transgreden estas “leyes de belleza”, son rechazados. Todo confabula para que quien no es flaco, quien no tiene ojos celestes, o es rubio, quien no cumple con determinadas características físicas, es "feo". El nivel idealizado de lo bello requiere de un esfuerzo inhumano, que se convierte muchas veces, en dañino en contra de quien busca cumplirlo. Casos de desordenes alimenticios son ejemplos. Chicas (y en menor medida chicos) que impotentemente buscan hallarse dentro de los cánones de lo bello, y recurren a medios desesperados: dejan de comer o se provocan el vómito. Se convierten en esclavos de la estética. La vanidad que promueven los Medios, se inculcó en nosotros, y lo aceptamos. TODOS somos responsables por impulsar y presionar para que se ejecuten estos altísimos requisitos para ser considerado “lindo”. Y yo me pregunto indignado ¿POR QUÉ? Sencillamente, vivimos en una sociedad que valora sólo aquello que es vistoso. ¿Qué hay de una persona que es bella interiormente, que es buena, amable, solidaria, considerada, etc., pero no cumple con los estándares de perfección física? Vale miles de veces más, que alguien que si los cumple, pero que no tiene dentro de sí ninguna virtud. Jóvenes, no contribuyamos a propagar lo que los medios ya se encargan de escupirnos en la cara, en todo momento: Que la belleza es más importante que la virtud. Lo físico pasa, con el tiempo se consume. Pero lo que uno es por dentro, probablemente lo acompañará el resto de su vida. Cultivemos la belleza de los valores, que están desapareciendo, y aborrezcamos la sobrevaloración por lo físico, que se convierte en una dictadura.

martes, 20 de enero de 2009

Aculturación = Fagocitación




La aculturación se suele definir como la situación en la cual dos o más sociedades entran en contacto, donde una de las culturas es absorvida por la otra, de forma completa o incompleta. La endocultura se conoce como la adquisición de la propia cultura (la característica del lugar en que uno se desarrolla), proceso que comienza en el nacimiento de un individuo y continúa durante su infancia hasta el resto de su vida (teóricamente).Ahora bien, en la conquista de América, se produjo un choque cultural entre los españoles y los indígenas americanos, que se vieron forzados a cambiar sus costumbres ¿Por qué se vieron forzados a cambiar?¿Por qué hasta hoy en día estamos “forzados” (de manera sutil o no tanto) a adoptar costumbres que no nos corresponden o no nos son propias?¿Por qué se ve cada vez más como cada país tiene un pedacito de Estados Unidos u otra nación poderosa y lo pone por encima de lo que formó parte de uno desde su nacimiento?El poder (a un nivel de manipulación) ha sido el principal factor para la propagación de estas tradiciones o costumbres externas. Ese poder nos llevó a olvidar la esencia de nuestro país. Lo vemos claramente en la sociedad argentina, donde miles de adolescentes se disfrazan en un “movimiento” musical e “ideológico” (si…ideológico) que ¿De donde vino? Las mismas bandas precursoras de estos grupos vienen de otros países, y nos llegan como misiles gracias a los tantos medios de comunicación por los que nos vemos rodeados. De hecho, pensándolo bien, el nombre que se les da (tribu) ¿que tiene como tal? Porque hoy en día el mismo sistema te pide que te insertes en un grupo para ser alguien (ya no se trata de estar en una tribu urbana para oponerte al sistema, sino para estar dentro de él), por lo tanto yo no le daría el nombre de tribu, ya que esta palabra nos puede derivar a un grupo primitivo, hermético, con características en común ¡que le son propias! Y lo que vemos hoy no tiene nada de tribu, ya que se hunde en lo común del sistema, con características importadas de otros países y para nada herméticos. Este es uno de los tantos casos que podemos ver, así como la deformación de nuestra lengua, donde vemos filtradas grandes variedades de palabras en otro idioma. Yo no propongo que nos encerremos y echemos afuera toda costumbre ajena a lo propio, porque ya es imposible, pero sí pido que valoremos y tengamos en cuenta un poco más nuestros origines, nuestras costumbres como argentinos (a pesar de todo lo negativo, que cualquier país lo tiene) y no las dejemos en un nivel inferior por ser menos atractivas tal vez. La conquista de América nos ayudó a desarrollarnos y crecer como territorio y población civilizada, pero de ahí podemos responder por nosotros mismos…

De Ezequiel Albornoz, con quien fundé el fotolog pero que luego abandonó el proyecto.

lunes, 19 de enero de 2009

El por qué del disidente

La complejidad del mundo que nos rodea es inmensa. Vivimos en una era, donde más que nunca la tecnología influye en todas las áreas de la vida de los seres humanos. Asediados de mensajes, conectados permanentemente con cualquier parte del globo en cuestión de segundos, cada vez pareciera que hay menos tiempo para utilizar el cerebro. Cada vez, pareciera como si menos jóvenes quisieran usarlo. Lleno de contradicciones al ver un mundo que se degrada a cada segundo con la indiferencia y la maldad, decidí poner el grito en el cielo, deseando que aunque sea una persona lea y medite. Es también, una forma de compartir con los lectores, mi visión moral del mundo. En definitiva, un disidente es una persona que se sale de la común doctrina, creencia o conducta. Y con este blog (En un principio, fue un fotolog para atraer a los jóvenes, pero no dio mucho resultado...), pretendo hacer pensar, reflexionar acerca de diversos temas, principalmente sociales y morales. En definitiva, no es algo que se vea muy a menudo, puesto que para el sistema es muy conveniente que no pensemos los por qué, de modo que sigamos viviendo como vivimos, es decir, avalando el orden establecido con nuestra omisión.